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Blog de LabER



El crecimiento económico en México y algunas lecciones de dos casos exitosos

Ciudad Victoria, 20 de enero de 2025

PROGRAMA DE INVESTIGACION:
INDUSTRIALIZACION Y DESARROLLO SOSTENIBLE.

El crecimiento económico en México y algunas lecciones de dos casos exitosos.

Francisco García Fernández
Laboratorio de Estudios Regionales

El crecimiento económico es el incremento de la producción de bienes y servicios en un país. Es una buena medida para observar el incremento de la riqueza. En México, el crecimiento económico ha sido largamente estudiado por muchos economistas reconocidos, nacionales y foráneos. Algunos de ellos son J. Ros, J.C. Moreno-Brid, S. Levy, G. Esquivel, L.F. López Calva, I. Perrotini, J. Casar, C. Calderón, I. L. Sánchez, P. Dussel, entre otros.

Entre 1980 y 2023, durante más de 40 años, la economía de México creció como promedio, alrededor de un 2 por ciento anual. Eso significa un crecimiento muy moderado, que los autores anteriores, unánimemente han calificado como estancado. Por ejemplo, en el mismo periodo, otros países crecieron a tasas mucho mayores. China y Corea del Sur crecieron 8.9% y 5.41% anual respectivamente. Muy superiores. Mejor se aprecia el estancamiento si consideramos el Producto Interno Bruto (PIB) per cápita. Durante ese periodo, la población creció de algo más de 67 millones a 129.5 millones de mexicanos. Eso significa que nuestro PIB per cápita, se incrementó a una tasa anual de 0.5% en todo ese periodo. El PIB que correspondería a cada mexicano, no creció apenas en todo ese periodo.

¿Qué significa estancamiento económico? Son periodos prolongados de bajo crecimiento e incluso contracciones del PIB de un país. Se producen efectos negativos en muchos aspectos de la sociedad y en las empresas, así como en la cantidad de empleos, en el volumen de los ingresos y en la calidad de vida. Si no hay crecimiento económico suficiente, no se generarán los ingresos esperados en las actividades empresariales y se afectarán, los salarios -lo primero que se sacrifica por el empresariado-, tampoco habrá la cantidad de impuestos recaudables por los gobiernos y predominará un periodo de escasez en recursos públicos para impulsar la inversión y solventar el gasto corriente. Por lo general, en los periodos de estancamiento aumenta la deuda pública, pues el gobierno recurre a recursos ajenos, préstamos, para financiar sus gastos. Si se reduce el gasto público para ajustarse a menos ingresos, se sacrifica inversión pública, es decir, austeridad, por lo que se compromete aún más, el crecimiento, la generación de riqueza.

En México, en la década de los 80, con el fin del modelo de industrialización sustitutiva de importaciones y la implementación de las políticas de apertura, la liberalización de la economía y la privatización se renunció al papel activo del Estado y a su gestión de la economía. A partir de entonces, hemos estado asistiendo a un persistente estancamiento económico, contracción del mercado interno y de salarios reales. El país y muchas de sus regiones, se sumergieron en una senda de muy bajas tasas de crecimiento.

Con la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte en 1994, se sella el modelo neoliberal de integración y desarrollo del país con menos gobierno y más mercado. La inversión pública cayó persistentemente hasta un 3% del PIB, muy por debajo de los países que más invierten en la región (5.5% del PIB) y tuvo lugar la consolidación de un perfil exportador impulsado con inversión extranjera directa y basado en maquilas de la industria manufacturera con bajo valor agregado local y salarios deprimidos, como fuente de extracción de beneficios extraordinarios por las empresas transnacionales y los grupos empresariales locales asociados con el capital extranjero.

China y Malasia representan ejemplos de implementación de políticas industriales que transformaron sus economías en pocos decenios, logrando avances significativos en su desarrollo socioeconómico. China, que en los años 80 enfrentaba una pobreza masiva y una economía cerrada y centralizada, inició reformas económicas que favorecieron la apertura al mercado, la inversión extranjera y la innovación tecnológica, integrándose profundamente al comercio global. Esto resultó en un crecimiento económico sostenido, la eliminación de la pobreza extrema y su consolidación como la segunda economía más grande del mundo y líder en exportaciones. Por su parte, Malasia, con una economía históricamente dependiente de recursos naturales, diversificó su modelo económico tras su independencia en 1957 mediante políticas de industrialización, innovación tecnológica e impulso al sector manufacturero exportador. Gracias a estas estrategias, logró superar a México en términos de PIB per cápita, demostrando la eficacia de la diversificación económica y el desarrollo industrial para alcanzar un crecimiento sostenible a largo plazo.

Desde hace años, varios economistas han asegurado que la renuncia a la política industrial activa ha sido un factor clave en el estancamiento económico (Calderón y Sánchez, 2012; Moreno-Brid, 2016, entre otros). A diferencia de los países mencionados, dónde se insistió en esos intrumentos para promover el desarrollo de sectores estratégicos a través de infraestructura, innovación tecnológica, formación de capital humano y la creación de mercados emergentes. Recientemente, Mazzucato en The Entrepreneurial State (2013), ha anotado que muchas de las principales innovaciones tecnológicas —desde el internet hasta la energía renovable— han sido posibles gracias a la intervención y financiamiento inicial del sector público, que asume riesgos que el sector privado evita. Además, la inversión pública permite reducir desigualdades regionales y fomentar un crecimiento económico inclusivo, haciendo posible que las economías compitan globalmente y se adapten a los retos del futuro.

El estancamiento económico de México no es un destino inevitable. Con políticas industriales enfocadas en la inversión, la innovación y la inclusión social, es posible impulsar el crecimiento económico y crear riqueza. La experiencia de China y Malasia muestra que el crecimiento sostenido y equitativo es alcanzable con la combinación adecuada de voluntad política y estrategias bien diseñadas.

Programa de Investigación: Familia y sociedad resiliente

La familia como construcción social.

Luis Alberto Mendoza Rivas

Las familias y los hogares como unidades primarias de organización y funcionamiento de la sociedad han experimentado una serie de transformaciones que responden tanto a procesos demográficos como socioeconómicos, políticos y culturales. Hace tan solo algunas décadas, la familia era concebida como aquella unidad con funciones básicas de procreación, socialización y estabilidad, que tenía por característica los roles bien definidos por edad y género, donde el hombre era el proveedor, la mujer encargada de las labores del hogar, así como la crianza, mientras que los infantes, tanto en zonas urbanas como gran parte de las zonas rurales, recibían una educación escolarizada. Sin embargo, la rigidez de los roles históricamente asignados ha sido trastocado como expresión de adaptación a las nuevas y crecientes necesidades en los hogares.

En este sentido, los arreglos familiares que no obedecen a las características concebidas como “familias tradicionales” han estado en constante aumento, generando con esto una diversidad de estructuras familiares con sus múltiples particularidades y complejidades. Un ejemplo de ello, son los 22 tipos de arreglos familiares en Tamaulipas, señalados en un estudio realizado por el Laboratorio de Estudios Regionales ( https://revistasojs.ucaldas.edu.co/index.php/revlatinofamilia/article/view/2272) de donde se puede destacar que, aunque la pareja nuclear con hijos es la que más prevalece, representa 61% del total de las familias de universitarios en Tamaulipas.

Ahora bien, en gran parte de los discursos sobre la familia, se menciona que ésta es el núcleo de la sociedad, otorgando a la institución familiar un papel primordial. Las diversas visiones que existen sobre esta institución, en ocasiones son sesgadas por cuestiones culturales, bajo la creencia de que todas las familias y los hogares, son o deben de ser un modelo único con funciones y roles determinados. Los peligros que entrañan una visión acotada y dogmática entorno a los fenómenos que moldean las estructuras sociales son un riesgo, sobre todo cuando acogen a dirigentes y diseñadores con capacidad de incidir en las políticas sociales y por lo tanto en el futuro de la población. Esto viene a colación porque hace días se llevó acabo la Cumbre Patriotas por Europa, agrupando un gran número de personalidades de la política en este continente y con el común denominador de ser radicales de la derecha. Dentro de su discurso plantearon en forma de advertencia que se tiene por meta reconquistar los valores tradicionales de la “familia normal”.

Dicha visión de la “familia normal” tiene que ver en esencia con lo que consideran la “familia natural”, es decir, aquella emanada de una tradición judeo-cristiana, de la “Sagrada Familia”, incluso desde su origen bíblico: Adán y Eva. En contraposición, la ciencia, hace 150 años, específicamente, en lo que se refiere al estudio de las familias, ha señalado que, la familia como ahora la conocemos, ha sido producto de hechos históricos concretos, desde el siglo XIX con Morgan en 1877, pasando por Engels 1884, y en el Siglo XX con Levis Strauss en 1956, solo por mencionar algunos científicos que se dieron a la tarea de descifrar la evolución, estructura, componentes, símbolos y significados que rodean a las familias.

Gracias a las ciencias sociales, podemos entender que las diversas conformaciones familiares son un producto de un contexto determinado donde fenómenos demográficos, económicos y políticos, entre otros, han influido de manera directa en las transformaciones de estas unidades, dando como resultado la reducción de su tamaño; la coexistencia de diversos tipos de arreglos residenciales; el envejecimiento de los hogares; una responsabilidad económica más equilibrada entre hombres y mujeres y el aumento en la proporción de hogares encabezados por mujeres, solo por mencionar algunas características.

A manera de reflexión, debemos entender que la trayectoria en los estudios científicos de las familias nos lleva a considerar que no existe una sola visión de estas (por ejemplo, en más de 50 países es aprobada la poligamia, para ellos, nosotros somos los diferentes). Por ello, al abordar los estudios sobre las familias, se hace pertinente entenderlas como unidades en continuo cambio que se configuran y reconfiguran presentando diversos esquemas en su conformación y estructura determinadas por una serie de factores. Cuando nos referimos a que la familia es una construcción social, es porque precisamente, se encuentra moldeada por un contexto determinado. No son las mismas, las familias en 1950 que en 2025, o las familias norteamericanas que las afganas, incluso, las familias de ingresos altos comparadas con las familias de menores ingresos. Esto es importante entenderlo, porque ante la sinrazón de una derecha medieval (que ahora se reúne en España, pero tiene una gran cantidad de simpatizantes en México) es necesaria combatirla con la ciencia.